21 diciembre 2023

El hito sumergido del confín de Álava

Es de sobra conocido que la construcción de embalses, para bien o para mal, nos ha dejado multitud de tramos de carretera abandonados de manera forzosa. La inmersión de esos tramos conlleva normalmente la construcción de nuevas vías a una cota más elevada que la de la carretera a sumergir, de manera que el itinerario afectado mantenga continuidad. En este blog y en las redes sociales que de él emanan se ha tocado en numerosas ocasiones la asociación entre embalse y carretera abandonada, siendo el de Yesa el máximo exponente y el más veces visitado.

El embalse que en esta ocasión nos ocupa es el de Urrunaga, situado en la provincia de Álava y perteneciente al sistema de embalses del Zadorra junto con los de Ullibarri-Gamboa, que represa el propio río Zadorra y el pequeño embalse de Albina. Lo curioso de este sistema de embalses, que abastecen tanto a Bilbao como a la capital vasca, Vitoria, es que están interconectados entre sí mediante un túnel reversible que puede intercambiar caudal entre uno y otro. Además, también surten de agua al embalse de Undurraga, perteneciente a la vertiente cantábrica y cuya diferencia de nivel es aprovechada por el salto hidroeléctrico de Barazar. 

En este reportaje conoceremos y recorreremos a pie un tramo de la actual A-623/BI-623 que une la localidad de Legutio con Durango a través de las provincias de Álava y Bizkaia, en el que encontraremos un singular hito al final del tramo. El motivo de recorrerla a pie, como podrá comprobar el lector, será bastante obvio. Pero antes, aprovechando la cercanía, hagamos una pequeña incursión en un tramo recientemente abandonado de la N-240 también afectado por este embalse.


La carretera nacional N-240, de Tarragona a Bilbao y San Sebastián, es una vía ampliamente conocida por los seguidores de Carreteras Abandonadas, que en diferentes etapas he podido recorrer en su totalidad y que ha supuesto un buen número de fotos subidas a las distintas redes disponibles. En este caso se trata de un pequeño pero peligroso tramo de la misma, situado junto a la población alavesa de Legutiano y que ha sido rectificado de manera sensible tras la acumulación de reiterados y trágicos accidentes. El punto visitado es una curva que, en sentido Vitoria, se encontraban los conductores casi por sorpresa y tras una larga bajada. A día de hoy el tráfico discurre por un trazado de nuevo diseño que abandona el viejo corredor y que ha mejorado de manera notoria la seguridad. He de decir que yo mismo, pese a haber recorrido durante una temporada el viejo tramo con asiduidad, me veía en ocasiones soprendido por la repentina aparición de dicha curva, que para mayor peligro, se halla relativamente cerca de las aguas del embalse.







Ahora el tiempo se ha parado en este lugar, en el que reina la tranquilidad tras el cese del tráfico y que ya solo sirve de acceso a los pescadores que prueban suerte en las orillas del embalse de Urrunaga. 


Ahora sí, arrancamos y nos encaminamos al principal lugar objeto de estudio de este reportaje. 


He aquí el croquis del lugar a visitar y al que llegaremos tras una travesía de una media hora. En él apreciamos las dos carreteras. A la derecha la que actualmente sigue en uso y que se construyó a una cota mayor que la de las aguas del embalse, a la izquierda la que quedó anegada y que por entonces aún era sobradamente visible gracias a llevar poco tiempo sustituida.


A la derecha de la siguiente imagen la actual carretera A-623, a la izquierda el punto de acceso a lo que queda de la vía original, casi cegado por la vegetación.


Calzado cómodo y a caminar. La lluvia hace acto de presencia en ocasiones y hay humedad por todas partes. Afortunadamente, las botas son impermeables y permiten transitar sin mucha penuria.



Tras unos 200 metros de paseo entre árboles, la vegetación clarea por el lado izquierdo y aparecen las aguas del embalse de Urunaga. En este punto, más despejado, el asfalto hace tímido acto de presencia.


Poco más durará este rastro, en adelante irá pegado al agua y sólo se podrá recorrer en condiciones de bajo nivel como las que han permitido la realización de esta incursión pendiente desde hace tiempo, pues no es fácil ver este embalse así.


Estamos aún en la parte ancha de este brazo de agua y de manera temporal el rastro de la carretera desaparece totalmente.



En algunas zonas la poca cantidad de agua saca a la luz alguna sopresa. Medio sumergida aparece algún tipo de infraestructura. Lástima no poder acercarse más.


El siguiente "islote" sí parece ser algo relacionado de forma más estrecha con la vía. Ojo a la alineación con el brazo de tierra que, desde el punto en el que tomamos la foto, se interna en el agua. ¿Quizá fue un camino o carretera que partía de la que nosotros estamos recorriendo?


Seguimos adelante. Reconozco cierta inquietud en este lugar, son numerosas las huellas de jabalí y no quisiera encontrarme con una manada en este lugar, fangoso, apartado y solitario. Con cautela, continúo y en breve reaparecen restos del firme de la vía.


Obviamente, muy degradados.


Atención a lo siguiente, parecen postes de algún antiguo sistema de contención. Ya no hay malla metálica, pero soprende que por lo menos uno de estos postes aún siga en pie.


El brazo del embalse mengua en estrechez, y al estar la vieja carretera a una cota algo más elevada y muy cerca del límite máximo de llenado del embalse, la afección sufrida por las aguas es menor y esto beneficia su estado de conservación.



En ocasiones se complica el avanzar, pues parte de la plataforma ha caído al agua y la vegetación se ha ido apoderando de lo que queda de la misma.

 
Detalle de uno de los guardarruedas.


El ambiente con la niebla es un tanto fantasmagórico, pero bello a la vez.


A nuestra derecha, muro de contención de la actual vía, varios metros más arriba pero muy cerca de donde estamos, pues discurren casi en paralelo.



Nos acercamos ya al final de nuestro recorrido, por aquí el entorno se vuelve a abrir y la anchura de la lámina de agua disminuye notablemente. 


El terraplén (o lo que queda del mismo) nos muestra el camino hacia nuestro ansiado objetivo.


El hito del "confín de Álava".



No en vano, estamos en el confín de la provincia de Álava y también de Vizcaya, en pleno límite provincial.



Atención a la placa instalada debajo del texto tallado, que nos indica que este mojón delimita también tres términos municipales, Legutiano, Otxandio y Aramaio. No sé si esto es indicativo de que este hito pétreo tenga algún tipo de protección por parte del Gobierno Vasco, ni siquiera que esté catalogado, pero parece que al menos una vez tuvo algo de atención institucional.


La marca del agua justo sobre la palabra "Vizcaya" indica el que seguramente sea el límite máximo de llenado del embalse. En épocas de abundancia de agua es habitual ver emerger solo el tercio superior del hito al circular por la carretera actual, desde cuyo viaducto se divisa perfectamente este paraje.


Tras el hito, el lugar por el que hemos venido, peleando con el barro, los patinazos, la humedad... Lo que hay que hacer por esto de la exploración de carretera.




Frente al hito, la carretera continúa en dirección a un lugar mágico como es el entorno del santuario de Urkiola, visita más que recomendada para cualquiera que visite este lugar.


Desde el otro extremo no habría que andar más que un par de minutos para llegar hasta este hito, pero el derrumbe de la carretera hace imposible llegar hasta el hito a menos que el rio bajase seco, algo nada habitual. Además, habría que pasar/pisar sobre el fango, algo que el que aquí escribe ni piensa hacer ni lo recomienda, que luego pasa lo que pasa.


A lo lejos, el puente construido en la cola del embalse para la actual A-623, BI-623 desde este punto. Aquí termina nuestro paseo de exploración, paseo que ha merecido la pena para poder por fín visitar este singular hito.