13 julio 2023

El puerto abandonado de Peña Angulo

Aquello de "salirse del camino marcado" tiene mucho de frase hecha, de postureo de red social o incluso de una actitud un tanto naif ante la vida, aunque he de decir que si conocí el tramo que protagoniza este reportaje fue gracias a llevar a cabo esa máxima. Tiendo a planificar los viajes con detalles como la ruta a realizar, los lugares a visitar, puntos y horarios de paso aproximados, etc., El hecho de salirse del camino marcado en el rutómetro, poco habitual en mí, supuso en esta ocasión una agradable sorpresa.

Nos encontramos en este reportaje en una esquina recóndita de la provincia de Burgos, allá donde sus fronteras rozan con suelo alavés. La carretera local BU-550 parte de la localidad de Trespaderne hacia el norte, pero en su camino encontrará un contundente accidente geográfico. Las faldas de la Peña Angulo serán el escenario ideal para el puerto a visitar.


La ruta de aquel día trataba sobre la calzada romana del valle de Losa, gracias a este vídeo del conocido arqueólogo Isaac Moreno Gallo y que me dio a conocer un lugar tan atrayente y cercano a mi lugar de residencia. No estaba programada la visita a la Peña Angulo, ni siquiera la conocía, pero un vistazo a Google Maps me mostró que esa carretera por cuyo punto de partida iba a pasar, escondía un pequeño puerto abandonado. Se encontraba a apenas 5 o 6 kilómetros, por lo que la tentación fue imposible de vencer.


La imagen del mapa del Instituto Geográfico Nacional está lo suficientemente actualizada como para mostrar la modificación del trazado que en este reportaje conoceremos, que mediante la excavación de un túnel eliminó las peculiaridades de la carretera original. Las imágenes del vuelo 1973-86, en cambio, nos muestran el trazado original aún en uso, sin rastro de las notables mejoras de trazado que vivió tiempo después. Por cierto que, para mejor comprensión de la imagen en blanco y negro, comentar que la parte más oscura corresponde a las zonas umbrías del fondo del barranco.


Es este un tramo muy corto, quizá de poco más de un kilómetro. Como muestra, la longitud del túnel, de nada más que 580 metros de longitud. Son otros atractivos, además de los propiamente "carreteros", los que se conjugan para ofrecer un lugar digno de explorar. Lo primero que nos recibe una vez que echamos a andar es una señal de circulación prohibida que ya nos advierte sobre lo que nos vamos a encontrar. A pocos metros de la misma se ha depositado una considerable cantidad de tierra, que impide el paso a cualquier vehículo más o menos convencional. Por lo que veremos muy pronto, es una auténtica temeridad adentrarse en este tramo de cualquier otra forma que no sea a pie, y esto quiero que quede sumamente claro. El lector podrá comprobar que las razones son más que obvias.


El puerto de Peña Angulo no tiene subida y bajada como tal, sino que hablamos de un brusco descenso (o ascenso si lo recorremos en sentido inverso al relatado en este reportaje) desde los 700-1000 metros de la meseta situada en las cimas de Sierra Salvada hasta los más amables 400-500 del valle de Ayala alavés. En cuanto nos acercamos a las inmediaciones del puerto por la zona de meseta, encontramos una zona señalizada como área de descanso, donde podremos estacionar y comenzar la ruta. Una vez atravesada la barrera en forma de muro de tierra, la calzada adopta una pendiente descendente a la vez que se adentra en una trinchera excavada para el paso de la misma.



Quedan a la vista las marcas de los trabajos realizados para la excavación de dicha trinchera, que a estas alturas ya alcanza una profundidad de cierta consideración.


El final del tramo excavado deja entrever el auténtico espectáculo visual que nos depara.



El espacio ante nosotros se abre y nos ofrece una vista espectacular.



La carretera se aferra al barranco, ceñida a la escarpada orografía de la Sierra Salvada.


Un dañado pretil de piedra era toda la protección de la que disponían los conductores en caso de pérdida de control del vehículo, una medida a todas luces insuficiente.



La vista hacia atrás no le queda a la zaga, atención a la pared de piedra que separa la trinchera del abismo.




Tras unos minutos de observación del paisaje, continúo el descenso a pie. Atención a las piedras en el suelo...


Algo más que piedras, son rocas lo que puebla la calzada. Podemos atisbar uno de los motivos del cierre de este tramo.



Si giramos la vista a la izquierda, la imagen es sumamente descriptiva. Hubo que insertar estos bulones en la pared para reducir el riesgo de colapso de la misma y el desprendimiento de rocas.


En la siguiente vista apreciamos cómo parte de la calzada queda cubierta por una precaria cornisa de piedra. Las fotografías no dan fé de la sensación de peligro que uno experimenta con las toneladas de roca medio desgajada suspendida sobre la cabeza.


La imponente verticalidad de la pared de roca nos acompaña durante varios metros.





Tal y como comentaba al principio del reportaje, el atractivo no es solo carretero. Las imponentes vistas de la abrupta ladera de la sierra le dan un toque especial a este lugar.




A pocos metros nos topamos con una rústica pero eficaz barrera.


Continuamos, la pared sigue siendo una fuente de problemas.



La lógica falta de mantenimiento tras el abandono ha dado al traste con este revestimiento.


Pocos metros más adelante, parece que en la construcción o en alguna de las reformas vividas por esta vía se pensó en hacer un apartadero para poder facilitar el cruce de vehículos, quizá también para detenerse y observar el medio natural en el que nos encontramos.




Vista hacia atrás, ahí queda el camino por el que hemos llegado hasta este punto.




Atención al contundente muro sobre el que se asienta la carretera en la zona de los desprendimientos. Ignoro cuándo se realizó la construcción, pero debió ser todo un reto.


Inmediatamente después del apartadero, la vía se sustenta sobre un terraplén de hormigón de factura relativamente moderna, al menos bastante más que lo recorrido hasta ahora. Su existencia aparenta deberse a un desplome grave de la calzada.


Las condiciones de seguridad mejoran por aquí, a la vista de estas protecciones que si bien tampoco parecen muy resistentes por sí solas, alguna vez estuvieron acompañadas de otro sistema de contención, quizá una "bionda", y de la que gracias a los amigos de lo ajeno (y lo público) ya solo quedan los soportes. 



Algo más adelante desaparece también este segundo vallado.


Una nueva mirada hacia atrás...



Proseguimos. La carretera describe una fuerte curva a izquierdas y tras ella la vía sigue pegada a la ladera. Otro elemento expoliado o eliminado, seguramente una señal.



Ya no hay tráfico rodado por aquí, pero este ajado panel nos recomienda desplazarnos al lado izquierdo de la calzada...


...por motivos más que evidentes. Que no nos engañe esa acumulación de arbustos, algo esconde detrás.


Más de la mitad de la carretera ha caído al vacío.





La altitud por aquí es menor y la ladera algo más suave, pero no por ello deja de impresionar la imagen del colapso de la calzada. Otro motivo más para andarse con mucho ojo por aquí.


El viejo tramo va tocando a su fin, tal y como anuncian las dos barreras de hormigón instaladas para evitar el paso, y la cercanía del trazado sustitutivo, conformado por la variante con túnel que hemos conocido al inicio del reportaje.







La señalización instalada al comienzo del tramo abandonado se repite.


El progreso y la mejora en las vías de comunicación ganaron la batalla en la carretera de la Peña Angulo.



Junto a la boca del túnel, un poste SOS, otro señuelo de un pasado mucho más reciente pero que también se va tornando caro de ver.


Instalados desde la década de los 80, estos elementos de comunicación fueron la salvación de cientos de conductores a los que una avería o accidente sorprendió en la carretera. Distanciados entre sí un máximo de 2 kilómetros, su extensión llegó a cubrir más de 7000. Con solo pulsar un botón, se establecía comunicación directa con los servicios de asistencia de la DGT. La generalización de los teléfonos móviles los abocó a un desuso masivo que acabó con la retirada progresiva de los mismos a partir del año 2011.


Es junto a este poste donde termina el viaje. La vuelta se realizó ascendiendo nuevamente por el puerto viejo, tanto por la ausencia de espacio para el peatón en el túnel como por el hecho de poder apreciar de nuevo la belleza del paisaje de este rinconcito burgalés. Esto no quita para que reitere la advertencia formulada al principio y que ha quedado meridianamente clara para cualquiera que haya prestado un mínimo de atención a las imágenes. Hay riesgo de desprendimiento de rocas, de caída al vacío, hay piedras y agujeros, la falta de mantenimiento es notoria y puede convertir este paso en un auténtico peligro. No intentéis recorrerlo con nada que no sean un par de zapatillas cómodas. Por lo demás, fue una buena idea lo de salirse por esta vez del camino marcado y dar una oportunidad a un lugar tan especial.


El viejo puerto queda aquí, viendo pasar el tiempo hasta que la montaña así lo decida. No será este, casi con total seguridad, uno de esos tramos que la vegetación y el paso del tiempo acaben enterrando, al estilo de lo que ocurrió con antiguas calzadas y caminos medievales y romanos. En algún momento la erosión y las leyes de la física arrojarán la mayor parte de esta carretera al abismo, quedando sólo en la retina de los que alguna vez la conocieron o en las fotografías que se le tomaron.